Fotografía: Ingrid L. González Díaz
Es un yo que me raspa las costillas,
una herida que escurre como aullido enloquecido.
El recuerdo es una parte de mí que no se olvida,
es piedra, gesto, aroma de colores que vienen de un lugar donde no he estado,
es un presente enterrado en la memoria,
un ser otro sin dejar de ser el mismo.
Estoy en mí mismo y a la vez en lo rojo del tiempo en la llanura,
en un pozo donde duerme mi cara perdida entre mi cara.
Mi alma grita al perderse en el exilio del otro yo que cuelga en mi sombra igual que un sapo.
Su grito huye de mí y yo de mi gemido que se espanta al escucharme.
Me duele tanto este exilio interior que vivo sin saberlo,
que las flores al mirarme enloquecen sin su tallo,
y los insectos se retuercen en lo verde de un musgo degollado.
Del libro:
El
silencio y la sombra de
Genaro González Licea
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