viernes, 27 de agosto de 2010

La vida me ha dado más de lo que merezco...*

Mi desgracia estriba en no vivir jamás en este mundo
sino en sus posibles desarrollos.
Lichtenberg

Sé que la vida me ha dado más de lo que merezco. He estudiado más de lo necesario, he leído un libro tras otro. He recibido honores, medallas, diplomas, títulos, reconocimientos. He ocupado puestos públicos, escrito libros. Sin embargo, sigo igual de torpe, en la calle tropiezo, piso charcos, escribo notas y leo. La gente me mira y abre paso, otras con su mirada reprueban mi actitud.
Acostumbro diariamente estar con migo mismo, para ello no requiero más de un pedazo donde me pare, si es tomando un café mucho mejor. No soy más que un maestro, una persona que se siente unido a mi esposa e hijas, a la gente, a mi sentido de vida y a las circunstancias. Repito, la vida me ha dado más de lo que merezco, y, por lo mismo, igual que Lichtenberg, considero que “a lo largo de mi vida me han otorgado tantos honores inmerecidos que bien podría permitirme alguna crítica inmerecida”.
*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

viernes, 20 de agosto de 2010

Recuento...*

Dejé que el agua empapara mi cabeza; viví con optimismo. Hoy contemplo la noche y hago un recuento de mis muertos, veo en mis pasos un desencanto, mi piedra triangular sigue siendo el comportamiento de la naturaleza. ¿Cómo ser optimista, si veo que el ser humano al enfrentarse a la naturaleza condena su vida a la desolación, frustración y desencanto? Al recuento de los muertos agrego otros muertos. De sus cuerpos nacerá la ilusión y esperanza.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

jueves, 12 de agosto de 2010

Los malos artistas calzan siempre los anteojos del prójimo*

Recordemos que los maestros, cito nuevamente a Augusto Rodin, “son aquellos que miran con sus propios ojos lo que todo el mundo ha visto y que saben percibir la belleza de lo que es demasiado familiar para los otros espíritus.”. Por lo mismo, yo no aseguraría que la coherencia de una pintura se sustenta en la base de estudio técnico de la misma y en los trazos previos, como determinantes del resultado. Considero que ello solamente le da consistencia a nuestra actividad creadora, nuestra concepción de mundo, a la perspectiva del objeto o cosa a dibujar, o más estrictamente, a transformar al dibujar, al pintar. El pintor es universal, arranca el secreto mismo de los hombres y las cosas. Eleva su dolor al dolor, su sentir al sentir y lo plasma en forma desgarrada o en un todo armónico, con esperanza o desesperanza, encanto o desencanto, ilusión o desilusión, o bien con una mezcla de los factores mencionados.
El pintor, creo, es un ser humano que no supedita su emoción y forma de ver la vida, a la técnica. El pintor le da un orden a sus emociones y matices, el cómo es infinito. Es así como se efectúa la primera lucha del pintor. No por azares Leonardo decía que “el pintor lucha y compite con la naturaleza”; ordena sus emociones y las plasma en una superficie “llena de infinitos puntos” y, naturalmente, con una clara perspectiva: “freno y timón de la pintura”, sentencia el mismo autor.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

La riqueza del devenir*

Ciertamente, la música, el arte, las ideas y las cosas en general, se transforman de un músico a otro, de un artista a otro, de un escritor o ser humano en general a otro; cada transformación encierra un acto revolucionario, un nuevo nacimiento. Al fondo esta siempre la conceptualización, representación y perspectiva del mundo, de la sociedad, de la forma y figura, sin que ello signifique que tal perspectiva y representación quede atrapada, para siempre, sólo en determinados ojos.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

El arte exige decisión*

Recuerdo aquí los consejos de Augusto Rodin (Mi testamento) a los jóvenes pintores: “el arte exige decisión. Cuando vuestros planos estén definidos, todo habrá sido hallado. Vuestra estatua vive ya. Los detalles nacen y se disponen por sí mismos, de seguida. Cuando modeleís, no penséis en superficie sino en relieve. Que vuestro espíritu conciba a toda superficie como el extremo de un volumen que la empuja desde atrás. Figuraos las formas como si apuntaran hacia vosotros. Toda vida surge de un centro, luego germina y se expande de adentro hacia fuera. Del mismo modo, en toda bella escultura, se adivina siempre una potente impulsión interior. Este es el secreto del arte antiguo”.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Nada es indigno de pintar*

Para el pintor no hay “circunstancias en la vida humana que sea indigna de reproducirse por medio de la pintura”, diría Schopenhauer. Desde un paisaje, un rostro, un retrato, una piedra, un zapato roto, “el lado horrible de la naturaleza humana, el dolor sin nombre, los tormentos de los hombres, el triunfo de la perversidad, la irónica dominación del azar, la irremediable caída del justo y del inocente”, otra vez Shopenhauer. Repito, todo será digno de pintar; el centro a definir será la perspectiva, el relieve, la forma.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Los pintores son revolucionarios por naturaleza*

Un pintor como hombre está demasiado
absorbido por lo que ven sus ojos
y no domina bastante el resto de su vida.

Vicent Van Gogh


Los pintores son revolucionarios por naturaleza, sensibilidades que retratan la historia, la historia real, socialmente verdadera, humana, íntima: el yo, su tiempo y sus circunstancias. Los pintores son hombres antes que artistas, son personas comprometidas consigo mismas, con su técnica y la transformación de su técnica, son sensibilidades que dibujan los nervios de la historia, los efectos del tiempo y el tiempo mismo. Los pintores, igual que los poetas, “contemplan desde fuera el mundo dormido”, diría Alfonso Reyes, pero, además, continúa el autor “se acercan al durmiente como un vampiro, entran en él y en su pesadilla, buscan una síntesis entre la vigilia, el duermevela y el sueño”. Es así como el pintor queda atrapado en el tiempo, muerde su dolor a solas, cualquier imagen que ve es un millón de espinas en sus ojos. Él sabe que en tanto viva la soledad, el dolor de la creación, el vacío que deja el nacimiento de su obra, le acompañará siempre hasta que su grandeza caiga de rodillas ante su propia sensibilidad. Su sensibilidad es su dios y su demonio.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.