martes, 29 de diciembre de 2020

Genaro González Licea: no hay marcha atrás.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


No hay marcha atrás.

Mi destino es caminar a un lugar inexistente.

Y mi intento de llegar es suficiente para sentir que vivo.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea




Genaro González Licea: la nada es un instante.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


La nada es un instante.

Es ver por un instante lo que ya no es,

lo que ya no somos,

lo que seremos en lo azul del infinito.

Energía que nace y muerte en las entrañas,

luz que siendo mía es de todos y de nadie.

Es el desapego de mi ser que me aniquila.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea




Genaro González Licea: no hay fondo a donde estoy, no hay fondo.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


No hay fondo a donde estoy, no hay fondo.

Hay un sonido negro que viste la luz que me tortura,

un aire que sabe a entierro y despedida,

un canto salado en mis labios sepultados.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González LIcea: lloro y rio al mirar mi polvo hundido en otro polvo.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Lloro y rio al mirar mi polvo hundido en otro polvo,

al recordar que vivir y morir

es beber agua en la misma sepultura.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 



Genaro González Licea: desde ese día, lo supe bien, la muerte...

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Desde ese día, lo supe bien,

la muerte es morir al beber agua.

Congojas agridulces

que lloran en mí como un roto manantial embravecido,

como un dolor enroscado entre las hojas,

como un recuerdo roído en lo gris de mis temores.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea


Genaro González Licea: en ellos vi babear mi cobardía mutilada.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


En ellos vi babear mi cobardía mutilada,

mis ojos deformados,

mi raíz de piedra derretida.

Vi los sentimientos enterrados que me esperan,

los surcos secos de tanto mirar mi desconsuelo.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea





Genaro González Licea: desde ese día uno caminará solo.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Desde ese día uno caminará solo,

solo con su pena y su tristeza.

Solo, solo uno unido entre la nada.

Uno en el vaivén mismo de la nada.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: sus lágrimas son ámpulas trenzadas en el aire.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Sus lágrimas son ámpulas trenzadas en el aire,

culpas que respiran desahuciadas,

seres indigentes que solo morirán conmigo.


Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 



Genaro González Licea: su dolor, lo sé ahora, es tan grande como el mío.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Su dolor, lo sé ahora,

es tan grande como el mío.

Me recuerda el sonido del mar flotando en la tristeza.

Tonadas desconocidas que al ver su indiferencia

se pudren como sueños caídos en pantano.

Así es la desesperanza de las aguas estancadas,

así es el exilio zurcido debajo de mi cara.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González LIcea: aquí donde estoy no hay odios ni envidias ni traiciones.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Aquí donde estoy no hay odios ni envidias ni traiciones.

No hay voces con máscaras colgadas.

Solo el eco desolado de una sombra enloquecida,

ecos aplastados con el tiempo,

sueños huyendo de mis párpados hundidos,

recuerdos en mí decapitados.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea





Genaro González Licea: mas nada frena a un espíritu migrante.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Mas nada frena a un espíritu migrante,

a una sangre sedienta que corre en mis escombros sepultados,

a la obsidiana de labios negros

buscando su pasado en el errante presente que se asoma,

a mis palabras que abrazan los cinco vientos en el viento.

Nada frena a un migrante bajo tierra

que trasmite su dolor

al abrir los lirios negros

que alimenta con el eco de su voz.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: sí, aquí estoy...

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Sí, aquí estoy,

con mi rostro de otro rostro agusanado,

con mis pies perdidos

y mi silencio arrepentido.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: estoy de pie...

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Estoy de pie,

me dije,

abajo de estas piedras que me cuidan,

de estas ilusiones que me abrazan.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: aquí, dentro de mí, la congoja...

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Aquí,

dentro de mí,

la congoja del mar

tiene un sonido verdoso que me hiere,

un olor que baila en mi cuerpo sepultado,

una luz temblorosa que me embriaga.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: nada hay dentro de mí, ni en mis otros...

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Nada hay en mí,

ni en mis otros,

que no supure en la nostalgia que hay en ti,

en él,

en todos,

en el tiempo que en la nada se sostiene.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: ahora lo sé, nada hay dentro de mí.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Ahora lo sé,

nada hay dentro de mí.

Estoy hundido sin mí más allá de mí.

La oscuridad golpea mi sombra arrodillada,

golpe denso como el inmenso murmullo

donde nace el tiempo,

la soledad de piedra en el vientre de la piedra,

en el hueso roído por el hueso.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: Sí, lo sé bien, morir es consumirse.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Sí, lo sé bien, morir es consumirse

en lo azul del azul olvido,

en el silencio hechizado del silencio,

en la aurora tendida en el mágico sonido de la aurora.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: la vida es un instante envuelto en el vacío.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


La vida es un instante envuelto en el vacío,

un grito amarillento de un dios enloquecido,

un seguir con la ilusión de caminar y hacer camino,

con el solo murmullo de sentir los pasos,

o el calor amoroso de un suspiro.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: la ceguera es cruel.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


La ceguera es cruel, lo sé ahora que una y otra vez veo

sus tumbas en mi cuerpo sepultado,

huyo de mí sin saber mi rumbo,

y ellos me siguen en mi huida.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: a veces sueño que sus cuerpos se tienden a mi lado.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


A veces sueño que sus cuerpos se tienden a mi lado.

Que no me atrevo a verlos,

porque en ellos estoy,

también yo,

tendido en un duelo embalsamado,

y roído en la negra luz de un amanecer abandonado.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: hay un reflejo ennegrecido...

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz 


Hay un reflejo ennegrecido

que amanece trenzado en la llanura,

un sol oscuro

que hiere sin lloridos la orilla de mi sombra,

un tiempo sin tiempo

que sonríe mordiendo el dolor de mi pasado.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 



Genaro González Licea: solo quiero fluir como el tiempo unido con el tiempo.

 

Fotografía. Ingrid L. González Díaz


Solo quiero fluir como el tiempo unido con el tiempo.

Reír un poco al lado de mi propio sollozo ensombrecido.

Tocar mi piel con el sonar del viento

y oler mi muerte pegada con mi muerte.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González LIcea: las tumbas en el olvido son rostros...

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


  Las tumbas en el olvido…

 

Son rostros que huelen a una intimidad arrinconada,

a una sombra que ignoro sabiendo que es muy mía.

Son rostros de mis rostros,

rostros de otro rostro que me mira.

Es mi rostro abrazado a mi rostro ensimismado

que el viento lo deshace y se lo lleva.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: ahí estaba..., era yo y mi otro yo caído.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Ahí estaba…, era yo y mi otro yo caído

en lo negro azuloso del olvido,

era mi destierro roído en la piel de un alarido,

era humo enroscado

en el grito temeroso de un yo que ya he perdido.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 


Genaro González Licea: azul, azul olvido es el grito de las tumbas de mi olvido.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


Azul, azul olvido es el grito de las tumbas de mi olvido,

la carne seca envuelta en el presagio de mis manos,

la pureza de mis tristes quejidos de azul envejecido,

los lamentos enterrados

en la sombra de un yo que se ha perdido,

y sin embargo,

el eco de mi voz lo reconoce.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea 




Genaro González Licea: la realidad es una llaga enredada debajo de la lengua.

 

Fotografía: Ingrid L. González Díaz


La realidad es una llaga enredada debajo de mi lengua,

un fantasma que duerme agusanado,

un camino de prejuicios

que astillan un dolor arrepentido.

 

Del libro

Tumbas en el olvido de Genaro González Licea