viernes, 30 de diciembre de 2022

Genaro González Licea: la intensa luz

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz



La intensa luz,

de un nuevo día, cae

sobre las hojas.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: al pie de una piedra

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


Al pie de una piedra

el silencio cobija mi olvido.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: el sol

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


El sol. El silencio.

La tumba vacía.

¿Llegó la hora?

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: hay veleros que se van al mar sabiendo que está vacío

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


Hay veleros que se van al mar

sabiendo que está vacío,

la brisa les llama,

fresca, imponente, eterna,

plena de soledad y ausencia,

ausencia de ti, de mí,

de este andar y desandar sin rumbo,

buscando tan solo un día, un instante,

que nunca llegará.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: la tristeza del agua al mirar mis ojos

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


        
      A Benito Balam

 

La tristeza del agua al mirar mis ojos,

mi memoria dormida en mis manos vacías,

el dolor de mi sombra al caminar sin mí,

mi vejez que se aleja como luz cansada

a vivir y morir en la cruz del día,

en la carne que fui.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: el infinito huele a soledad dormida sobre el agua

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


El infinito huele a soledad dormida sobre el agua,

a tierra herida,

a fuego desnudo caminando sobre el viento.

Huele a permanente olvido,

a vacío amargo tirado en el desierto,

a misterio negro, luminoso,

como llaga florida desnuda sin mi boca.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: mi sombra está hecha con el viento

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


Mi sombra está hecha con el viento,

con las manos del vaivén del viento,

días amargos que se van

y atardeceres tristes cansados de buscarme,

de buscarme, de buscarme.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: nací en el subsuelo

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


Nací en el subsuelo,

existe ahí la llaga,

el abismo que me mira,

la piedra que me espera.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: mi alma es una tumba

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


Mi alma es una tumba

que esboza una sonrisa,

un epitafio inútil

escrito en mi tristeza.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: el caudal del río fluye como fantasma enloquecido

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz 


El caudal del río fluye como fantasma enloquecido,

la tempestad abraza mi aura que se aleja,

los árboles humedecen mi silencio entristecido,

la oscuridad ilumina mis pasos que se van.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: desnudo y envuelto en mi agonía

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


Desnudo y envuelto en mi agonía,

mi alma se aleja con la dicha y la desdicha

de haberme acompañado.

Sus huellas se borrarán con el viento,

se perderán en la neblina,

igual que yo, aquí, al ver mi cuerpo frío, inerte,

como una rama seca

dormida en un sol que languidece.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: moriré, un día moriré

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


Moriré, un día moriré.

Nadie me buscará más que mi sombra,

la infinita sombra que habité,

esa sombra, mi sombra,

que un día también me olvidará.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: los días se alejan sin decir adiós

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


Los días se alejan sin decir adiós,

la luz se agrieta con mi sombra,

el viento se humedece con el frío,

la luna duerme en mis párpados perdidos.

 

Este dolor duele más que la herida,

se irá conmigo, así,

descalzo y sin cerrar.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: la sequedad del estanque

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


                         A Manolo Mugica 


La sequedad del estanque.

El silencio vacío.

Mi aura flotando sin el agua.

El palpitar del frío envuelto entre la escarcha:

nada quedará de mí, de ti,

del olor a musgo en esas grietas que me miran.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: nadie me espera ya

 

Fotografía sin datar 


Nadie me espera ya,

ni el murmullo del agua,

ni el consuelo de mi voz humedecida.

Nadie,

ni el viento, ni mi sombra, ni el vacío.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: el olvido huele a tumba

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


El olvido huele a tumba,

a tierra seca como voz arrepentida,

a lluvia agrietada y resentida.

a duelo, soledad y lejanía.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: la calidez del sol

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz



A Ángeles Fernández Martín
y J. Juan López Raya

 

La calidez del sol

endulza mi sombra vacía

tendida sobre el agua.

 

Un árbol sin hojas cuida mi voz entristecida,

mis ojos enterrados mirando mi dolor.

 

Nada dejo a mi paso, nada dejo.

Fui un quejido perdido en la pradera,

un suspiro desterrado al caminar.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: el canto del mar

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


El canto del mar

envuelve el eterno vaivén del infinito,

el desierto azul del viento,

el amoroso vacío de la nada.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: en mis pies envejece ya el camino

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


                    A Jesús Nava

 

En mis pies envejece ya el camino,

mi alma tambalea y se dirige a cualquier parte,

en mí ya no importa morir con los dientes astillados,

a pleno sol, o en lo negro de la luna.

Es inmenso mi vivir en desamparo,

abarca lo que soy y lo que nunca he sido,

a los árboles más secos y a las nubes que se van.

 

Mi alma está encharcada en su propia sepultura,

su espacio está en la tierra,

es mío, nada más que mío, y de nadie más.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: el aire es una ausencia amortajada entre mis manos

 

Genaro González Licea 
Fotografía sin datar 


El aire es una ausencia amortajada entre mis manos,

un presagio, un silencio,

un dolor ahorcado

que cuelga

en lo amargo de mis huesos.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: en uno y en nadie más está el misterio de mirar

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


  A don Esteban Eduardo Guerreiro

 

En uno y en nadie más está el misterio de mirar,

desde el muelle interno de su alma,

cómo se aleja la sombra

y el resplandor de su propia muerte…,

más allá del mar.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: mi tristeza se borra con la sombra de la luna

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


Mi tristeza se borra con la sombra de la luna,

mis pasos lloran como el agua que no encuentra su camino,

como una voz que en los ojos se deshace,

se desliza y se despide,

cansada ya, de tanto estar cansada.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea 



Genaro González Licea: el infinito es un instante

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


El infinito es un instante

que fluye en la agonía de la nada,

un resplandor de hojas que renacen

en la eternidad del ser.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: el subsuelo, sí, el subsuelo

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


El subsuelo, sí, el subsuelo,

es una lápida de soles de múltiples colores,

lunas verdes y amarillas,

riachuelos de luciérnagas de jade,

dioses de maíz y barro.

 

En el subsuelo, sí, en el subsuelo,

hay una identidad de múltiples colores

que en los ojos se ha enterrado,

un manantial donde comulgan las hojas con el viento,

la tierra con el agua, y el gua con el canto del quetzal

que nadie ha conquistado.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: entre la tierra y la raíz del sol

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


Entre la tierra y la raíz del sol,

la humedad callada del subsuelo crece

y se levanta hacia las nubes,

como un brillo de voces

que iluminan el ser del infinito.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea

 


Genaro González Licea: la soledad es fría como escarcha

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz


La soledad es fría como escarcha,

como llorido de fantasma peregrino,

como grito, áspero, ronco y melancólico,

de un acantilado dolido con el tiempo,

con ese tiempo que busca

y buscará por siempre,

un yo que ya no existe,

que está extraviado

en la vida luminosa del subsuelo.

 

Del libro

La sequedad del estanque de Genaro González Licea