Vagabundo y solo, siempre solo, no resiste la soledad, regresa a casa de los padres. Sin embargo, sea cual fuere su estado de ánimo y circunstancias, Van Gogh pintaba de día y de noche, días y noches completos; su peculiaridad: los colores lóbregos, o la combinación de esos colores; trazos fuertes, nervios dejados en sus pinturas. Se diría que para Van Gogh pintar era un alivio, una necesidad de vivir y sobrevivir, una forma de enfrentar su turbulencia interior, su yo interno, una forma de evadir su realidad y, al mismo tiempo, dejar huella de su paso en la vida.
Dicho en propias palabras de Van Gogh: “estoy seguro de que el anhelo de trabajar me devorará y me dejará insensible a todo lo demás y de buen humor”; “la vida pasa así, el tiempo no vuelve, pero yo encarnizo en mi trabajo, a causa justamente de saber que las ocasiones de trabajar no se repiten”. En otro momento, comentó también: “Felizmente Gauguin, yo y otros pintores, no andamos armados todavía de ametralladoras y otras nocivas máquinas de guerra. Yo por mi parte, estoy muy decidido a no tener más armas que mi pincel y mi pluma”.
Sin embargo, Anna Freud, en el prefacio a “Vicent van Gogh. Un estudio psicológico”, de Humberto Nágera, nos dice que “incluso el talento creador, un don tan estimado y deseado por todos, puede no ser suficiente para dar salida o soluciones aceptables a los intolerables conflictos internos y a las poderosas fuerzas destructivas que huyen en una personalidad y que pueden abocar a desenlaces trágicos”. Es el caso de Van Gogh, como el de tantos y tantos pintores. Van Gogh sucumbió ante su propia sensibilidad, y también, por que no decirlo, a otros móviles no menos importantes como son los relacionados con su miedo al fracaso, a la cúspide y a la vida misma. “Sé de antemano que habré de hacer algo en el momento en que tenga más lienzos. Por ahora, mi única preocupación es hacerlos”. Para Vicent, la pintura, coincido con Humberto Nágera, es la única droga que lo mantiene vivo.
Irving Stone, Anhelo de vivir. La vida de Vicent Van Gogh, respalda lo anterior al mencionar que “los hombres normales no crean obras de arte. Comen, duermen, trabajan en forma rutinaria y mueren. Ustedes, los pintores, son hipersensitivos a la vida y a la naturaleza, es por eso que son capaces de interpretar lo que nosotros no podemos. Pero si no tienen cuidado esa hipersensibilidad los llevará a la destrucción”.
*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.