Al entrar a Casa de las Letras de las Américas
Salvador Allende recordé, inmediatamente, a chilenos como don Pedro Vuskovic
Bravo, Jaime Suárez Bastidas, José María Bulnes, José Ibarra Corrales y tantos
otros compañeros míos, como estudiante y profesor que fui del Centro de
Investigación y Docencia Económicas (CIDE), otros más en la UNAM y en el camino
cotidiano de la vida.
A Casa de las Américas Salvador Allende
acudí, ahora, no para hablar de economía, ciencia política o derecho, sino a
leer unos poemas, convocado por El Canto de la Alondra y ser parte de Danza de
la Libélula 1ª Fiesta de Letras “Kyra Galván” 2023, como merecido homenaje a su
trayectoria poética, literaria y profesional. Kyra Galván y su mirada y compromiso
social. Ahí está su voz en Coyolxauqui, “El sol ha estado de moda demasiado
tiempo / en el arco celestial. / Es hora de que la luna / retorne a su altar de
nácar. / De que las mujeres se recompongan”, y en su poema Yocasta: “¿Qué será
de ti en este infierno de silencio? / Quisiste escapar del destino, salvar al
hijo recién nacido… / Y lo mataste con el cuerpo, con la boca, con el sexo. /
Con pasión desatada, / como vendaval y naufragio. / Con complacencia última a
tu vanidad de mujer: / fuiste amada por su elástica juventud, / sin saberlo,
sin sospecharlo. / No pudiste dejarlo apartado de tus pechos. / Desliza la
cuerda por tu cuello de cisne. / Tu crimen perdurará por la eternidad”. De, Un
deseo frustrado por la eternidad, inédito.
Mi reconocimiento y gratitud a Casa de las Letras de las Américas Salvador Allende, a los poetas y escritores Marcela Romn y Francisco Fierro
Frito que organizaron y convocaron al evento, así como a todos los participantes
que acudieron al mismo.
He aquí mi participación dedicada al poeta Arturo Guzmán Romano, QEPD:
Los poemas aquí incluidos pertenecen al libro
del autor: La sequedad
del estanque, 2022, dedicado
a don Pedro Vuskovic Bravo
1.
A Manolo Mugica
La sequedad del estanque.
El silencio vacío.
Mi aura flotando sin el agua.
El palpitar del frío envuelto entre la
escarcha:
nada quedará de mí, de ti,
del olor a musgo en esas grietas que me miran.
2.
Nadie me espera ya,
ni el murmullo del agua,
ni el consuelo de mi voz humedecida.
Nadie,
ni el viento, ni mi sombra, ni el vacío.
3.
El subsuelo, sí, el subsuelo,
es una lápida de soles de múltiples
colores,
lunas verdes y amarillas,
riachuelos de luciérnagas de jade,
dioses de maíz y barro.
En el subsuelo, sí, en el subsuelo,
hay una identidad de múltiples colores
que en los ojos se ha enterrado,
un manantial donde comulgan las hojas
con el viento,
la tierra con el agua, y el gua con el
canto del quetzal
que nadie ha conquistado.
4.
Ese azul que abraza mi indigencia,
la infancia que no tuve,
la sombra que no encuentro.
Ese azul que siempre me acompaña,
ese azul olvido, ese, ese.
5.
Mi carne seca de tanto amar,
mis huesos molidos sobre el polvo:
la humedad es la piedra donde duerme el
mar.
6.
La nostalgia de tu adiós
es un mirar mi pequeñez sin que te vayas,
oler el luto de tus ojos,
sentir tus manos muertas en las mías,
tocar la densidad del firmamento
con la lengua de mis pasos.
La muerte, tu muerte, la mía,
no es más que una mortaja pegada en la
cara del olvido,
una piedra molida sin dientes en la boca,
un abismo de espinas que sangra con el
viento,
un pesar amargo, seco,
como el dolor de un árbol solitario
mirando su destino.
7.
No te abandono, no, no te abandono,
tan solo me alejo de ti
como piedra que aúlla enterrada en la memoria,
como estanque sin agua que bebe su dolor.
8.
Los pájaros se pierden a lo lejos,
mi alma se esconde entre las ramas,
mis manos llorosas levantan mi sombra
del camino.
9.
Ahora lo sé,
mis pasos no son más que un polvo de
huesos
al ras de mi camino.