“Nada espero ni busco ya,
soy como el viento que toca al viento.
Es tan grande esta soledad,
este olor a invierno y sepultura,
que mis brazos se deshebran si me
abrazo.
Ya ni los muertos me
acompañan en mi fosa,
solo su voz que suena como piedras tristes tiradas al olvido”.
Del libro Tumbas en el olvido de Genaro González
Licea