jueves, 10 de noviembre de 2022

Genaro González Licea: Jesús Nava, su poesía al caminar, palabra en imagen.

 

Fotografía de Jesús Nava


 Jesús Nava, su poesía al caminar, palabra en imagen

 

Mis dedos

levantando la fotografía

ponen ante mis ojos

un mar que carga a las espaldas todo el cielo

como Atlas sudoroso que intentase

cargar el infinito.

 

Enrique González Rojo Arthur

El viento me pertenece un poco

 

Fotografía de Jesús Nava 


Imágenes entrelazadas con palabras en los ojos, y una gran creatividad artística que grita al sentir su libertad, son, me parece, dos de las tantas expresiones que bien pueden describir el alma de Jesús Nava, sensibilidad artística incuestionable, forjada a la intemperie, como el caracol sorteando el vendaval.

         Su fotografía expresa la fuerza creativa de un manantial que extiende sus ramas por bosques y llanuras hasta empapar el mar, es la fuerza solitaria del agua que abraza a un sol entristecido, amoroso, huérfano de egoísmos y alegre de pisar esta tierra que renace de sus ruinas.

         Fuerza y coraje de caer y levantarse, son imágenes constantes que encuentra en su camino. Imágenes del hombre que camina de aquí para allá y a todas horas, sin importar duelos o tristezas, senderos empedrados o zanjas con huesos y cruces olvidadas.

         Su fortaleza y sencillez es la de un árbol, Jesús Nava es la mirada artística de un árbol, mirada milenaria que nos ve pasar y, al mismo tiempo, nos recuerda la belleza de un mundo que no vimos: zapatos rotos de tanto caminar, rieles muertos con el tiempo, nubes oxidadas sin llorar, charcos enfermos de estar presos, lodosos ya de tanto despertar con larvas que nacen con la luna y libélulas sonrientes que se van.

Sus imágenes son luciérnagas que no vimos al pasar, ciegos que somos ya, de tanto mirar lo que no existe. Son imágenes que se incrustan en los ojos, en el eco de tantos y tantos versos, entre ellos, por ejemplo, estos que él mismo me recuerda y ya no sé si fui yo el que los escribió o fue él mismo sin saberlo, están en Caloclica, la casa del camino: “la vida es una travesía /donde una y otra vez caigo y me levanto. /Es un olor a tierra sepultada, /a surcos rasgados por el tiempo /y mis pies como cuchillos /se clavan en el aire”.

         Otros más, también de Caloclica, pueden ser aquellos que recordó al capturar la voz del agua, su murmullo, su júbilo y dolor al buscar en los cauces su camino y, después, la calma: “una voz de piedra se hunde /conmigo más allá del río. /Las horas pisan mi sombra, /veo el rostro de la muerte tan claro como el mío. /Una sonrisa se despega de mis ojos / y se diluye en la quietud del agua”.

La sensibilidad de Jesús Nava es enorme, tanto como su independencia y libertad. Hay en él un viejo recuerdo tirado en la memoria, imágenes muy suyas que me llevan a sentir el dolor de la poesía, la metáfora triste que se queda arrinconada en versos que no existen. Versos que Jesús los llena de esperanza al llevarlos a la pupila, a ese mar, diría González Rojo Arthur, “que carga a las espaldas todo el cielo”, a ese, en fin, cuadro fotográfico de un ser vivo que los mira, los palpa, los hace suyos, dialoga con ellos y con su “yo” que está en el otro, en el ser del inconsciente que los mira.

De esta magnitud es la grandeza de nuestro artista, el cual, como todos, tiene en la cultura un espacio que es muy suyo y de nadie más. Sus imágenes, sus fotografías, sus escritos y creatividad inagotable, son y serán el aula de miles de personas, como yo, que requieren un sonido, un canto, una voz, una expresión visual que les muestre la belleza de un mundo que a los ojos y los pies pasó inadvertido. De ahí mi gratitud y este humilde reconocimiento. 

 

Fotografía de Jesús Nava

En mis pies envejece ya el camino


A Jesús Nava

 

En mis pies envejece ya el camino,

mi alma tambalea y se dirige a cualquier parte,

en mí ya no importa morir con los dientes astillados,

a pleno sol, o en lo negro de la luna.

Es inmenso mi vivir en desamparo,

abarca lo que soy y lo que nunca he sido,

a los árboles más secos y a las nubes que se van.

 

Mi alma está encharcada en su propia sepultura,

su espacio está en la tierra,

es mío, nada más que mío, y de nadie más.

(de Al caer el tiempo; Editorial Vozabisal)

 

Genaro González Licea

Fotografía de Jesús Nava


Genaro González Licea

Caloclica, CDMX, noviembre de 2022.





jueves, 3 de noviembre de 2022

Genaro González Licea: poema inédito de Martha Obregón Lavín, a propósito del poemario Tumbas en el olvido

 

Fotografía sin datar 


A propósito de Tumbas en el olvido, Martha Obregón Lavín escribió el siguiente shi: 

 

Polen del ser

“la nada es un instante”

vida en la muerte

 

Fotografía de Ingrid L. González Díaz