sábado, 29 de enero de 2011

El intelectual se puede perder en las ideas*

El intelectual que no clava las uñas en la tierra, se pierde en las ideas y olvida las cosas.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Mi vida languidece*


Estoy escribiendo la última línea, la última letra; me acerco al punto final. Mis fuerzas se agotan, en cada línea de los días se ha quedado mi vida. No sé a dónde estoy ni a dónde iré. Mi vida languidece, se acerca el punto del eterno retorno, lo siento, segundo a segundo me transformo en una milésima molécula de una molécula. Destellos de luz, estrellas, viento, pedazo de silencio y sombra. Soy la sombra y el silencio mismo.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Pregunto*

¿Podré dejar de escribir algún día?

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Vivir las palabras es transmitir en ellas nuestro sentir*



Vivir las palabras es transmitir en ellas nuestro sentir y que sea el otro el que encuentre junto a mí su contenido. No estoy por las palabras incendiarias, cargadas de frustración y sueños incumplidos, éstas sólo son dichas por aquellos que no las sienten ni las viven. Sobre el particular recuerdo aquí a Alfonso Reyes, “Oración del 9 de febrero”, cuando dice: “¡los que no han vivido las palabras no saben lo que las palabras traen adentro!”, y agrega: “la visión se borra y viene otra: ahora son las multitudes que aclaman, encendidas por palabras candentes que caen, rodando como globos de fuego, desde las alturas de un balcón, se estremece aquel ser multánime y ofrece millares de manos y millares de pechos. Pero esta visión es embriagadora y engañosa y pronto desaparece, desairada -tentación que se recoge en el manto- para dar lugar a otros recuerdos”.
Sugiero, entonces, buscar las palabras que expliquen por sí mismas nuestro sentir, palabras sencillas unidas por ideas sencillas, en virtud de que las palabras en sí mismas carecen de valor, son símbolos, solamente símbolos. En el I Ching se menciona que las palabras no pueden expresar los pensamientos totalmente, por lo mismo, los sabios, los filósofos, los poetas, los maestros en general, establecieron imágenes, metáforas, con el fin de expresar totalmente sus pensamientos.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

jueves, 27 de enero de 2011

Desesperanza*

Me lastima la desesperanza de aquellas personas que no desean vivir, que se abandonan. Me duele la desesperanza del hombre que se abandona.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

El amor, las mujeres y la muerte*

El amor consume, enloquece; es, citando a Arturo Schopenhauer, “un sentimiento extraño contrario a la naturaleza”. Nunca he comprendido, nos dice el citado autor en El amor, las mujeres y la muerte, cómo dos seres que se aman y creen hallar en ese amor la felicidad suprema, no prefieren romper violentamente con todas las convenciones sociales y sufrir la vida, renunciando a una ventura más allá de la cual no imaginan que existan otras. ¿Será acaso, reflexiona el mismo autor, porque el amor entre dos personas que buscan la combinación de la generación futura, es el resorte más poderoso y activo de todos los resortes, igual que el amor a la vida?
*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

sábado, 15 de enero de 2011

Los pintores tienen espíritu revolucionario*



Mi reconocimiento al espíritu revolucionario de los pintores en general, permitáseme hacerlo a través de pintores como Kokoschka, Fattori, Chagall, Mucha, Rousseau, Klimt, Matisse, Modigliani, Gauguin, Seurat, Toulouse-Lautrec, Schiele, Pissarro, Courbet, Manet, Monet, Renoir, Cézanne y, sin duda, Vicent Van Gogh. ¿Para qué pintar si ya lo hizo por mi Van Gogh?, me digo una y otra vez en mis adentros y mis ojos se humedecen.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Los rostros de Kokoschka*



De Kokoschka me impresionan sus rostros, rostros cadavéricos, pálidos, expresiones violentas, ausentes; rostros que expresan un yo atormentado, se podría decir, incluso, en gran parte frustrado; rostros raídos, máscaras de conducta, malestar socioindividual, ansiedad, locura, idiotez, neurosis; rostros sonámbulos, vacíos.
Kokoschka es un expresionista, sus pinceladas son carne contraída, plasman el secreto de la personalidad, los nervios del alma. En particular me gustan mucho dos autorretratos: el Autorretrato con la mano en la boca y el Autorretrato con las manos cruzadas, y la pintura llamada La novia del viento. En los dos primeros se percibe el temor, el naufragio, la insatisfacción personal, la soledad. Mirada interrogante, ojos desorbitados, cuestionadores. Y en La novia del viento se trasmite una expresión de soledad, ternura, despedida; una relación amorosa que se arrastra al mar; él con la mirada fija, viendo internamente, parecería que observa la gran soledad que le dejara un amor que se marcha; ella, serena, satisfecha, duerme recargada en su costado, con un pie arriba del cuerpo amado, del cuerpo que se mezclará en la nada; parece respirar lentamente el olor de un amor que jamás volverá a tener.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Giovanni Fattori (el pintor de las mujeres muertas*



Giovanni Fattori (el pintor de las mujeres muertas y la postura de no lucrar con la pintura, ¿si la pintura es cultura, por qué lucrar con ella?), cuatro son sus cuadros que me apasionan: Las macchiaiole, Remendadores de velas, Carboneros y Descanso de albañiles. Sin duda su pintura académica, propia de pintores del clasicismo, es impecable y hermosa, también su pintura bélica y campirana. Sus cuadros de historia. Las macchiailole, luces, manchas, claridad, simetría. La naturaleza viviente. Sombras, reflejos, la perfección en potencia, formas, volumen, planos; en los segundos, la historia real se hace presente. Raffaele Monti en un ensayo sobre el Fattori, cita un escrito donde el pintor traza por sí mismo su biografía. En una parte de dicho escrito Fattori menciona lo siguiente: “Florencia me emborrachó. Vi a muchos artistas, pero no entendía nada. Todos me parecían buenos, y yo me abatí tanto que me asustaba el pensamiento de tener que empezar a estudiar (...) Poco afortunado económicamente hablando, porque siempre he tenido gran respeto al arte y nunca me ha gustado humillarlo por intereses viles, me he contentado con vivir modestamente, feliz cuando alguien ha reconocido en mí algún mérito”.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Los vitrales de Chagall*



¿Y por qué me veo obligado a citar a Chagall? En lo personal no precisamente por sus temas bíblicos y su misticismo hasídico (por ese su actuar cotidiano de buscar en cada cosa, en cada paso, la profundidad más profunda, la eternidad misma para acercarse a Dios), aunque ello es característico en él; realmente lo cito por sus hermosos vitrales (arte en extinción), tal es el caso de La tribu de Isacar que me apasiona, aunque el cuadro que ha recorrido el mundo es El poeta (las tres y media); A Chagall lo podemos ubicar como anticubismo, como pintor que descompone el cubismo para construir nuevas formas e imágenes, sin duda un gran talento. Trazos de tamaño igual a la figura, el hombre al mismo tamaño de la montaña, de la casa; figuras flotantes, aisladas, adheridas por el espacio. Fantasías que dan cuenta de su carácter introvertido, su condición social, su sentido de clase trabajadora de la cual no se alejó nunca. Se puede decir que su pintura de colores arenosos dan cuenta de un mundo nada armónico, proporcional, equilibrado, sino de un mundo que está al revés, de cabeza; de ahí el porqué hay que verlo en fantasía. Otros cuadros que aprecio de Chagall son: A Rusia, a los asnos y a los demás, El violinista y El muerto. En los tres esta para mí el Chagall pleno, creativo, talentoso, maduro.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Alfons Mucha, el arabesco revolucionario*



Por su parte Alfons Mucha, el poeta que revoluciona el arte con sus póster, fotografías, murales recreativos y vitrales, su decoración de panales, objetos, esculturas. Su estilo arabesco, místico, mosaicos de fondo, lisos inexistentes, círculos y arcos ibéricos. Todo era fortuna, arte al servicio del capital; sin embargo, el genio vive en soledad, sufre la desdicha de su tiempo, surgen las veinte telas de La epopeya eslava, pinturas que serán inseparables al nombre de Mucha. Los símbolos eslavos juegan con el despertar nacional, véase: ¡Sometida y torturada, tú renacerás, oh patria mía! y, sin duda, La emancipación de los campesinos rusos de la esclavitud.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Rousseau, el de La gitana dormida*



Rousseau (Henri- Julien- Félix Rousseau), el pintor mundialmente conocido por La gitana dormida (pintura surrealista, la negra vagabunda, cansada, que un león la olfatea y no la come) y El sueño. Rousseau es el pintor de la jungla, del paisaje salvaje, del hombre libre. Pertenece a los llamados Independants. Busca su independencia de los impresionistas. Su estilo lo hace ver demasiado original, el hombre en su estado primitivo, la naturaleza en su expresión más salvaje. Pintor que mordió la pobreza y expresó la desesperación y angustia; la Guerra lo dice todo: joven desgreñada que galopa entre los árboles de un monte; muertos linchados con los ojos abiertos y unos cuervos de compañía, listos, siempre listos para picotear el manjar de esos ojos, de esa carne podrida que ofrecen los muertos.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Los esquemas decorativos y simbólicos de Klimt*



Klimt, el pintor de esquemas decorativos y simbólicos, le admiro su valentía de romper el academicismo mediante sus trazos metálicos, lo cual, al mismo tiempo, hace patente el proceso industrial a gran escala. A este pintor se le ubica como partícipe de la llamada corriente “sucesionista” y del decorativismo. De Klimt en especial me gusta observar sus cuadros: Medicina, Jurisprudencia, Filosofía y La esperanza, éste último es la representación de una mujer embarazada, en su vientre lleva consigo el símbolo de la esperanza; sin embargo, esa esperanza el pintor la expresa como una deseperanza, le imprime la presencia de la muerte; traduce la muerte simbólica de un niño que nacerá para ser asesinado por la tecnología industrial y la acción en doble vínculo de la sociedad: la sociedad, la madre alimenta al hijo, lo cría y lo devora.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

jueves, 6 de enero de 2011

¿Cuándo terminará todo esto?*


Estoy cansado de mí, envejezco. Los días son como una flama que termina. ¿Cuándo terminará todo esto?

*González Licea, Genaro, Aforismos, Apropósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Escribir y buscar el sentido de la razón*


Lo peor no es que hablen mal de uno, sino que no hablen. Esta es una idea de Oscar Wilde, y tiene trascendencia para aquellas personas que escriben para los aplausos y adhesiones. En lo personal, al no fundamentar mis exposiciones mediante conceptos apocalípticos y principios propios de los dioses o demonios, creo que la suerte de mis palabras es el silencio. Lo que escribo no es del otro mundo, es de sentido lógico, el reverso natural de las cosas. Mi prioridad es buscar el sentido de la razón y transformación del mundo, sin olvidar que no hay una razón pura, general y sin calificativo, lo cual, tal vez, es una deformación académica que literariamente brota. Reconozco en Nietzche y Schopenhauer el apoyo moral de sus lecturas. Nietzche el parteaguas: “todos aquellos a los que Nietzsche fecundó: muy grandes como Musil y todos aquellos a los que dejó intactos: Kafka. Esta separación es para mí fundamental: Aquí estuvo Nietzsche. Aquí no estuvo Nietzsche”, menciona Elías Canetti. Por lo que respecta a Schopenhauer, permítaseme citar aquí, con sus propias palabras, el principio de su filosofía: “llegar siempre al fondo de las cosas, no dejando de seguirlas hasta lo último dado realmente. Esto se efectúa en virtud de una propensión natural que casi me hace imposible conformarme con simples conceptos, y menos con palabras, en cualquier conocimiento todavía general y abstracto y, por consiguiente, inseguro aún, sino que me impele más allá hasta que tengo ante mi vista el último fundamento escueto de todos los conceptos y principios, que es siempre perceptivo, y que tengo que dejar entonces como fenómeno primero, pero que en lo posible lo descompongo todavía en sus elementos, penetrando siempre en la esencia de la cuestión”.
Como ser humano, como maestro, no escribo para recibir aplausos y reverencias, para que hablen o no de mí, sino por un acto de libertad y necesidad. Por lo mismo, mi querido Oscar Wilde, para mí lo peor no es el silencio de la gente hacia lo que uno escribe, sino el silencio de la gente que siempre tiene algo que decir. Efectivamente, permítaseme recordar otro señalamiento de Elías Canetti; él dice que nada hay más conmovedor que el enmudecimiento tardío de un hombre que alguna vez tuvo mucho que decir. Se refiere al enmudecimiento de la desilusión, que considera una vanalidad la vida y el pasado.

*González Licea, Genaro, Aforismos, Apropósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Hombre desolado*

Soy un hombre desolado, la angustia y la pasión me abruma. Después de una risa una tristeza. No soy dócil ni me humillo para tocar el cielo. Soy lo que pienso, y lo que pienso no es del otro mundo, es tan común y cotidiano como amasar la tierra y hacer adobes. Amo a poetas como Rilke, Otto Rene Castillo y Jaime Sabines, por ejemplo; sin embargo, el desapego a dioses y poetas es mi constante.

*González Licea, Genaro, Aforismos, Apropósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Enfermedad incurable*

Si es mi destino el tener una enfermedad incurable, nadie se angustie por ello, déjenme en paz mis últimos días. Recuerden a Hipócrates al referirse a los enfermos de cáncer: “aquellos que padecen cánceres ocultos, lo mejor es no curarlos; porque con cualquier tratamiento perecen. Viven más tiempo cuando no se les cura”.

*González Licea, Genaro, Aforismos, Apropósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Mi vida languidece*

Ya no tengo fuerza para reiniciar. Les he pedido a mis amigos que respeten mi soledad, mi tristeza que se extiende como el atardecer después de una lluvia.

*González Licea, Genaro, Aforismos, Apropósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Los indigentes*

Nadie sabe si amo u odio porque he aprendido
a esconder ante todos la índole arriesgada,
siempre arriesgada, de mis propios sentimientos.
Onofre Gil

Los indigentes. Abatido por la sombra de la luna, el indigente muerde con más fuerza su dolor. El silencio se aleja. Sabe que un día morirá llevando consigo el desprecio de la gente, tal vez incluso, de sí mismo. Con el paso del tiempo qué importa si modificó su fe, o la perdió o transformó; ¿a qué indigente le interesa ser “nuevamente” lo que fue?
Los indigentes son prácticos; recorren caminos que no son nuestros; tienen un olor penetrante que les une y les desune. Los indigentes se aman uno al otro como dioses, piensan distinto a nosotros, su caminar sin rumbo es su consuelo, su dicha de seguir viviendo. Para ellos nosotros somos locos. Ellos no sufren por la pérdida de un ser querido, ellos saben que la muerte es realmente natural y normal, y no tiene porque generar vacío en ser alguno. Ellos se despiden del mundo cada vez que cierran los ojos, no saben si despertarán, si su voz delgada y rota se quedará por siempre al ras del suelo.
Los indigentes ríen de las prisas, del prestigio social; para ellos la gente no es otra cosa sino gente. Los indigentes se muestran alegres, complacidos, satisfechos, cuando comen y comulgan en los desperdicios que la gente arroja a la basura.
Para la sociedad los indigentes son locos. Locos que se unen y se aman y habitan en lugares donde solamente viven ratas. Para la sociedad los indigentes están locos cuando lo único que existe es la visión de un mundo diferente.
Los indigentes aman, odian y mueren como cualquier persona; sueñan, imaginan, sienten; adoran a sus dioses, llevan a cuestas sus fantasmas y sus muertos, sus desencantos, sus enfermedades y sus amores.
El mundo del subsuelo no está exento del amor y del dolor. Los indigentes también ríen a carcajadas o sonríen simplemente, viven a pleno sol el recuerdo de alguien que aún aman; pero también lloran sin ruido alguno cuando las horas caen cansadas en los poros de la cara, como un presagio que les dice la fecha de su muerte, y lo saben muy bien porque su sombra inicia el rito final: se anuda enfrente de su cara. Nadie les enterrará, lo saben. Su sombra simplemente se unirá con otra.

*González Licea, Genaro, Aforismos, Apropósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

miércoles, 5 de enero de 2011

Para evadir lo adverso*

Para evadir atmósferas, espacios o actitudes adversas, haz las cosas que tengas que hacer con un esfuerzo triple, con una carga adicional a la carga normal.

*González Licea, Genaro, Aforismos, Apropósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

domingo, 2 de enero de 2011

La vida es una partida de ajedrez


Ante ningún nuevo conocido soy capaz de
mostrar tibieza o frialdad. El encuentro es mi volcán.
Elías Canetti

Por situaciones que tiene la vida, día a día, ineludiblemente, estamos frente a frente con nosotros mismos. La vida, igual que la muerte, minuto a minuto se tiende a nuestros pies; parecería que actuamos en un gran tablero de ajedrez donde por momentos nos perdemos, precisamente porque la vida es un doble juego, una doble partida, un tablero en movimiento donde los peones somos nosotros mismos. Participamos en un tablero social y otro interior; en el primero están nuestras piezas en conflicto, íntimas, que actúan de tú a tú. En el segundo, somos peones, alfiles, torres, damas, reyes o caballos. Somos piezas que mueve la vida.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

La vida: lucha interior y exterior donde uno se encuentra y reencuentra hasta llegar a la última partida


La vida es una lucha interior y exterior donde uno en forma permanente se encuentra y reencuentra hasta llegar a la última partida, aquella donde uno se enfrenta a sí mismo con la dicha de vivir hasta el último momento, y, al mismo tiempo, de morir con la satisfacción de haber intentado ser siempre uno mismo. Después del último momento, la nada, la eternidad, una molécula incrustada en el tiempo.
La lucha interior y exterior de la vida influye mucho en la actitud y autenticidad con que vivimos. Ser nosotros mismos, vivir nuestra vida con nuestro espacio de libertad. Aquí no hay reglas, cada quien se acerca a la vida y a la muerte en forma diferente. La mayor crueldad es vivir y morir en otro, ser un todo sin consistencia, una masa social anónima, sin proyecto ni sentido, ni definición propia.
Esta peculiaridad de cada persona en su actuar de vida, Stefan Zweig la ejemplifica muy bien en Una partida de ajedrez. Sus personajes son Mirko Czentovic y el doctor B. El primero, un campesino yugoslavo adoptado por un párroco que todas las tardes gustaba jugar una partida de ajedrez con un amigo militar. Un campesino que observaba cada movimiento de piezas, incluyendo al cura y al militar. Un campesino “incapaz de escribir una frase sin faltas de ortografía”, incapaz de sostener pláticas extensas. De ahí su parquedad y su silencio. Ese campesino, con el paso del tiempo, llegó a ser campeón mundial de ajedrez. Su secreto: fortalecer su debilidad, su carencia de dotes intelectuales, y remarcar su rasgo terco e indiferente de abordar lo cotidiano de su vida. Una jugada, un acto, una decisión siempre la tomaba con absoluta frialdad e indiferencia. Lograba estar inmóvil, insensible, rígido, durante horas y horas frente al tablero y su contrincante, frente a cualquier acto de su vida, aunque en su interior, en su tablero interno, habitaba la turbulencia, la reflexión crítica, el cálculo matemático e impecable de decidir.
Por su parte, el doctor B., un hombre culto, de gran capacidad de abstracción. Una persona recluida por años en los campos de concentración nazi. Ahí vivió sin noción del tiempo y del espacio; los días pasaban sin fecha, insípidos como una vida sin proyecto, como un pedazo de trapo masticado. El doctor B. era “un esclavo de la nada”, una persona encerrada en un pequeño cuarto día y noche, noche y día, “aislado, sin ver ni hablar más que con sus interrogantes”. Dentro de esta locura llegó a sus manos un libro que contenía ciento cincuenta partidas de ajedrez de los campeones del mundo, fue su fuga, memorizó jugada a jugada, reconstruyó mentalmente las partidas “desdoblándose” en cada una de ellas, él era opositor y oponente, jugaba en un tablero interior y en otro exterior al mismo tiempo. Cada jugada fue una fuga, un bálsamo diría Rodolfo Bucio, que le permitió “bloquear” los recuerdos del tiempo, más aún, los recuerdos del tiempo vivido en prisión.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

Stefan Zweig (Una partida de ajedrez) y la actitud de sus personajes


Dos jugadores, dos actitudes. Su virtud: cada cual luchar por su libertad de ser, mantener su búsqueda de poner una huella en sus actos y decisiones, de luchar y construir su vida y su muerte.
Czentovic, un hombre que “nunca logró jugar una sola partida de memoria, o, por emplear el término técnico, a ciegas”. Un hombre que, efectivamente, podría proyectar en su interior, milímetro a milímetro, las partes del tablero, pero carecía de facultades para proyectarlo. Ello requería ingenio, capacidad de abstracción, cierta fantasía. El doctor B., temperamento inquieto, hombre desesperado, con gran capacidad de abstracción, hombre que pudo reconstruir las ciento cincuenta partidas de ajedrez y, más aún, reconstruir su vida, la vida, crear ilusiones, una realidad propia, evadir su realidad.
Cuando ambos estuvieron frente a frente ante un tablero de ajedrez, cada cual sin salirse de su estilo y personalidad se reencontraron y se maravillaron. De tres partidas que jugaron, una la empataron y las otras dos, cada cual ganó una de ellas. Al doctor B, le perdió su temperamento desesperado y su forma de llevar el juego: de memoria. A Czentovic, le sacó adelante precisamente su incapacidad de jugar una sola partida de memoria, así como su temperamento frío, desapasionado.
El doctor B, reubicó la soberbia del poder, la displicencia de un campeón Czentovic que al enfrentarse a un grupo desconocido de principiantes, entre ellos el propio doctor B, les dijo: “vosotros sabéis quien soy, y a mí no me interesa saber quiénes sois”. El doctor B, en la partida que perdió con el campeón, cometió el error de jugar solo (sin el rival), de abstraerse, evadir la realidad, el juego. Después de ciertas jugadas llegó a decir: “¡Jaque! ¡Jaque al rey!” Czentovic, una vez de observar la jugada, frío, calculador y sin inmutarse, dijo: “lo siento..., pero no veo ningún jaque”. El doctor B, regresa a la realidad, ve el lugar de cada pieza en el tablero y dice: “pero..., ¡el rey debe estar en F7! Está mal colocado..., completamente mal... ¡Usted movió mal! Todo esta fuera de su lugar”. Observa, reflexiona, se detiene. Después de un gran silencio dice: “¿Acabo de decir o de hacer un disparate...?” Efectivamente, el jugó solo, movió sus propias piezas, inventó otro juego, se “desdobló” como lo hacia en prisión.
Ante estos dos temperamentos Stefan Zweig, incorpora el tercero inevitable: la pasión ciega de ver y actuar en la vida, la pasión que impide el diálogo interior y exterior del ser humano, un ingeniero que deseaba ganar a como diera lugar y a costa de lo que fuera a Mirko Czentovic. Su actitud fuera de sí refleja la de todas aquellas personas que se encuentran atrapadas en alguien, incluso, en sí mismas. Aquel que lo entienda dominará, sea campeón o no.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

El amor, la frialdad y la pasión


Para la ciega pasión, es un honor perder frente a un campeón, sin darse cuenta que al hacerlo, pierde consigo mismo. El amor enloquece, la frialdad domina, la pasión atrapa.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

sábado, 1 de enero de 2011

La Jurisprudencia de Klimt y Las riquezas de las naciones de Orozco en la Suprema Corte de Justicia de la Nación


Cuando veo la Jurisprudencia de Klimt, recuerdo inmediatamente el arte comprometido de José Clemente Orozco (La trinchera, Prometeo, Las fuerzas brutas), el pintor de la diagonal de fuerza que siendo propia nos recuerda a la de Rubens, el pintor del equilibrio y movimiento lento pero vigoroso. Repito, la Jurisprudencia de Klimt me lleva a los murales de Orozco ubicados en un patio interior de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de mi país, denominado de los pasos perdidos. En cada uno de los puntos cardinales de los pasos perdidos existe un mural: el de Las riquezas de las naciones (las entrañas de la nación, las fuerzas de la soberanía, las riquezas del suelo y del subsuelo, el tigre como símbolo que defiende con expresión de lucha la unión nacional y las riquezas de la nación, todo, todo esta depositado para su vigilancia y garantía precisamente en la Suprema Corte de Justicia de la Nación), el de La justicia (metafísica), el de La justicia (terrenal) y El movimiento social del trabajo. El símbolo de los cuatro murales es un todo integral de Orozco y su compromiso con los trabajadores, con la gente humilde, depositados en el espacio e instancia adecuada.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

La Jurisprudencia de Klimt y Orozco Las riquezas de las naciones, La justicia (metafísica), La justicia (terrenal) y El movimiento social del trabajo