Fotografía de Ingrid L. González Díaz
El infinito llora de amor como sin nada,
sonríe y se desnuda a
los ojos del tiempo,
es limpio, inocente, puro,
oscuro, inmenso, cristalino.
El infinito es enigma, silencio
y resplandor,
cuerpo inexistente como
el mío,
eco demolido en el vacío
de mi vacío.
Del libro:
Al caer el tiempo de Genaro
González Licea
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