Fotografía de Ingrid L. González Díaz
Me alejo como el viento que no sabe que se va.
Ya no regresaré a mirar mi sombra en el
camino,
lo sé, lo sé bien, porqué tú, mis ojos,
se perderán conmigo.
Mi lecho estará frío de esa soledad muy mía,
y mis manos serán oscuras en tus manos,
gritos sonámbulos cansados de buscarme,
rústica piedra, parteluz vacío.
Mi voz dormirá en un abismo que no
existe,
mis ojos en esa tristeza que llora si me
miras,
silencio arrastrado en el camino,
afligido dolor en mis pasos sepultados.
Del libro
La sequedad del estanque de Genaro González Licea
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