Fotografía de Ingrid L. González Díaz
Aquel día abril agonizaba,
era un jueves, un jueves muy azul,
un jueves de intenso azul en llamas,
de intenso azul olvido.
Aquel día, sí, aquel día,
con estos ojos le escuché decir:
“he perdido mi rostro y mi cadáver,
mi sombra que tanto amé.
Ya no tengo adónde ir,
la nada es tan inmensa y tan pequeña,
como una gota de rocío caída de tus ojos”.
Del libro
La sequedad del estanque de Genaro González Licea
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