Fotografía de Ingrid L. González Díaz
A Jesús Nava
En mis
pies envejece ya el camino,
mi
alma tambalea y se dirige a cualquier parte,
en mí
ya no importa morir con los dientes astillados,
a pleno
sol, o en lo negro de la luna.
Es
inmenso mi vivir en desamparo,
abarca
lo que soy y lo que nunca he sido,
a los árboles
más secos y a las nubes que se van.
Mi
alma está encharcada en su propia sepultura,
su espacio
está en la tierra,
es
mío, nada más que mío, y de nadie más.
Del libro
La sequedad del estanque de Genaro González Licea
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