sábado, 29 de enero de 2011

Vivir las palabras es transmitir en ellas nuestro sentir*



Vivir las palabras es transmitir en ellas nuestro sentir y que sea el otro el que encuentre junto a mí su contenido. No estoy por las palabras incendiarias, cargadas de frustración y sueños incumplidos, éstas sólo son dichas por aquellos que no las sienten ni las viven. Sobre el particular recuerdo aquí a Alfonso Reyes, “Oración del 9 de febrero”, cuando dice: “¡los que no han vivido las palabras no saben lo que las palabras traen adentro!”, y agrega: “la visión se borra y viene otra: ahora son las multitudes que aclaman, encendidas por palabras candentes que caen, rodando como globos de fuego, desde las alturas de un balcón, se estremece aquel ser multánime y ofrece millares de manos y millares de pechos. Pero esta visión es embriagadora y engañosa y pronto desaparece, desairada -tentación que se recoge en el manto- para dar lugar a otros recuerdos”.
Sugiero, entonces, buscar las palabras que expliquen por sí mismas nuestro sentir, palabras sencillas unidas por ideas sencillas, en virtud de que las palabras en sí mismas carecen de valor, son símbolos, solamente símbolos. En el I Ching se menciona que las palabras no pueden expresar los pensamientos totalmente, por lo mismo, los sabios, los filósofos, los poetas, los maestros en general, establecieron imágenes, metáforas, con el fin de expresar totalmente sus pensamientos.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

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