sábado, 15 de enero de 2011

Los vitrales de Chagall*



¿Y por qué me veo obligado a citar a Chagall? En lo personal no precisamente por sus temas bíblicos y su misticismo hasídico (por ese su actuar cotidiano de buscar en cada cosa, en cada paso, la profundidad más profunda, la eternidad misma para acercarse a Dios), aunque ello es característico en él; realmente lo cito por sus hermosos vitrales (arte en extinción), tal es el caso de La tribu de Isacar que me apasiona, aunque el cuadro que ha recorrido el mundo es El poeta (las tres y media); A Chagall lo podemos ubicar como anticubismo, como pintor que descompone el cubismo para construir nuevas formas e imágenes, sin duda un gran talento. Trazos de tamaño igual a la figura, el hombre al mismo tamaño de la montaña, de la casa; figuras flotantes, aisladas, adheridas por el espacio. Fantasías que dan cuenta de su carácter introvertido, su condición social, su sentido de clase trabajadora de la cual no se alejó nunca. Se puede decir que su pintura de colores arenosos dan cuenta de un mundo nada armónico, proporcional, equilibrado, sino de un mundo que está al revés, de cabeza; de ahí el porqué hay que verlo en fantasía. Otros cuadros que aprecio de Chagall son: A Rusia, a los asnos y a los demás, El violinista y El muerto. En los tres esta para mí el Chagall pleno, creativo, talentoso, maduro.

*González Licea, Genaro. Aforismos, A propósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.

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