ZURCÍ MI DOLOR CON LAS PÚAS DE
MIS DEDOS
Zurcí
mi dolor con las púas de mis dedos.
Un
hilo de caña lloró al recordar la herida.
Fui
alguien que se fue sin conocerse, otro sin irse nunca,
y uno
más que esperaba que viniera.
Fui un
insaciable deseo entre las nubes,
una
permanente sensación de estar vacío,
un ser
indigente que murió perdido.
Busqué
la plenitud de dioses y demonios,
más
ellos, como yo, desnudaron sus culpas con el humo de su hoguera,
su tormento
aún se escucha cuando el viento se mece entre mis manos.
Viví
en el desamparo, mi silencio se quedó bajo una piedra.
Un día
me conocí sin conocerme,
morí
de espalda y el viento acarició mi olvido.
Hoy,
estoy aquí, al pie de un árbol,
y la
sombra de un ahorcado me mira de reojo.
Genaro
González Licea
del
libro: El silencio y la sombra
Apartado: La indigencia en las
entrañas
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