EL SILENCIO INDIGENTE
ASOMA SU DOLOR EN LA MISERIA
El
silencio indigente asoma su dolor en la miseria.
Mis
pensamientos se van entre las hojas.
Camino sin sentido llevado por el viento.
El
calor de mi sombra cubre lo frío de mi piel vacía.
Un
recuerdo hecho pedazos reclama lo que nunca he sido.
Soy
un indigente que duerme en el dolor de su presagio,
en
un tiempo que engendra el cadáver donde vivo,
la
miseria de un hombre sin entrañas,
la
sombra de una rama que me mira.
He
dejado de ser yo de la punta de la lengua al sueño de mis pies dormidos.
Descanso
a cielo abierto en un rostro que no es mío,
o
es tan mío que ya no sé si es aquel que un día me enterró entre el maíz y el
barro,
o
es este que muerde sin mí el amanecer dolido.
Un
muerto se levanta rezándome al oído.
Estoy
más allá del vacío, más allá del fondo de la nada.
Estoy
donde el silencio se queda sepultado,
donde
uno come brasas y masca su desdicha en el musgo del cascajo.
La
indigencia es una herida interna que lleva a la desnudez de la miseria.
Genaro
González Licea
del
libro: El silencio y la sombra
Apartado: La indigencia en las
entrañas
©
Genaro González Licea. Todos
los derechos reservados.
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