Fotografía de Ingrid L. González Díaz
MI PADRE FUE UN ÁRBOL ARRUGADO
POR LOS AÑOS
Mi
padre fue un árbol arrugado por los años,
su
indigencia está pegada con la mía.
Juntos
bebimos un vino de luz hecho de tuna.
Juntos
comimos el pan arrodillados.
Él me
quiso demasiado, recuerdo su sombra de cobija,
su respiro
tirado entre las ramas.
Morirás
un día, me dijo con sus manos, al ver mi sueño tendido entre la hierba.
Hoy,
al ver la azulosa neblina de cada amanecer, le recuerdo con su suave voz de
señas pintadas en el viento.
Hago
un rezo muy mío, muy desde lo más amado, sabiendo que un día he de morir.
Mi
padre fue un árbol solitario que sembró en mí la conciencia de la muerte.
Dormiré
en su raíz, seré polvo y rocío en la oscura soledad del tiempo.
Genaro
González Licea
del
libro: El silencio y la sombra
Apartado: Neblina de fantasmas
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