Fotografía: Ingrid L. González Díaz
No me aterró
la desnudez de mi propia muerte.
Un silencio
más allá de mi silencio me veía.
Era una
neblina huérfana de luz y sombra,
de olor a
tierra envuelta en el rocío.
Era una
dulzura azul que lloraba con ternura,
con un tenue
silencio que conmigo sonreía.
Jamás supe si
esa sonrisa era, sin saber, la mía.
Del
libro
Tumbas en el olvido de Genaro González Licea
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