Fotografía: Ingrid L. González Díaz
En este silencio de
piedras y hojarascas,
de almas tiradas en
las grietas del camino,
mi voz es una
sombra que crece destrozada,
una lluvia de espinas
que lloran enterradas.
Los recuerdos duelen y se esconden a lo lejos,
me miran sin saber quién soy,
para luego perderse debajo del camino.
Sabía que mi alma un día moriría sin mí,
sería por siempre un callado sonido en el andar del viento,
un abrigo tendido en la desnudez del infinito.
Del libro:
Al caer el tiempo de Genaro
González Licea
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