Navego en mis ideas como si fuera un barco a medio mar. Me aferro a mis ideales, dignidad y orgullo; a mi acto de libertad como expresión que me permite levantar la frente y mirar a los ojos del otro. A mitad del océano, en la soledad del barco y mis circunstancias, me adhiero a la vida, como ese viejo pescador descrito por Hemingway en El Viejo y el Mar, que solo en un bote al centro del mar y con ochenta y cuatro días que no cogía un pez, lucha con su presa, de tú a tú, el todo por el todo. En su lucha el viejo pescador pone todo lo que es como ser viviente: integridad, orgullo, vida. “Me estás matando, pez, pensó el viejo. Pero tienes derecho. Hermano, jamás en mi vida he visto cosa más grande, ni más hermosa, ni más tranquila ni más noble que tú. Vamos, ven a matarme. No me importa quién mate a quién”.
*González Licea, Genaro, Aforismos, Apropósito de la vida y la muerte, la desesperanza y el desencanto humano, Amarillo editores, Derechos reservados, México, 2000.
domingo, 25 de diciembre de 2011
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