miércoles, 4 de septiembre de 2024

Epígrafes de Al Caer el Tiempo de Genaro González Licea

 



Así como la luna desgrana su interior en el alma que en silencio mira, así también fueron cinco los destellos que guiaron el camino de Al Caer el Tiempo.

El primer destello son estas palabras de don Carlos Castilla del Pino, dichas en la Casa del olivo: “el tiempo pasa para todos. Pero mi futuro se adelgaza y es ya, aunque se prolongue tanto como yo deseo, incomparablemente más breve que mi pasado”.

El segundo son estas letras acuñadas por don Eduardo Nicol en su libro La primera teoría de la praxis: “para ser lo que es, el hombre necesita hacerse un hombre nuevo: ser distinto para ser sí mismo”.

La siguiente sentencia de Enrique González Rojo Arthur, expuesta en su Poema filosófico I, es, para mí, la tercera orientación de Al Caer el Tiempo y refiere así: “La nada, como no es, no puede ser límite de nada”.

Le sigue esta expresión de amor y de tristeza, de fuerza y reclamo de don Pedro Garfias Zurita, la cual recorre la conciencia de México y España y el mundo entero: “ahora voy a llorar por los que han muerto sin saber por qué”.

Finalmente, el quinto destello que como timón de banco resistió la tempestad del mar embravecido y permitió sacar a flote Al Caer el Tiempo, fue este monólogo íntimo, sereno, y de impresionante lección para mí de Marguerite Yourcenar: “¿Qué tienes para consolar la tumba? —Tengo el caudal de haber sido”.

Mis amigos, si nada quedara de Al Caer el Tiempo, más que estos epígrafes de piedra anclados en él, mi alma se irá tranquila desgranando su sombra en el vacío. 

  

Genaro González Licea

Caloclica, CDMX, septiembre de 2024

 


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