Alma mía que vagarás sin mí,
igual que el polvo en la eternidad
del tiempo,
no mires hacia atrás ni veas
extinguir
en el vacío el cuerpo que dejaste.
El infinito es permanente cambio,
misterio de calma y tempestad
donde el silencio vive.
Sigue, alma mía, igual que yo,
el sentir del viento,
sigue sin ver los campos recorridos
y cumple, como yo, el destino que forjaste.
Uno, a fin de cuentas, es lo que hace
y no lo que hizo ayer.
No te detengas, no, no te detengas.
Tú, mi humilde sombra de piedra
que conmigo sintió los pasos del camino,
la voz del agua y de los muertos
del pasado en mí.
Los muertos, mis muertos,
los amorosos muertos que habitan el olvido,
la indigencia natural del abandono.
Genaro González Licea
Caloclica, CDMX, 1º de
enero de 2025
Del
libro:
Poesía de Genaro González Licea
Fotografía sin datar
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