A Juan Ramírez González
In memoriam
Callado como una sombra perdida en la espesura,
como
una tarde lejana hecha de espera,
recibiste
a la muerte,
a la
frágil y perpetua neblina de la muerte.
La misericordia
llegó a ti,
lo
frío de tus manos serenó la profunda soledad
que
dejan las huellas cansadas del andar y andar.
Te
despediste de ti, de las almas y las flores,
para
irte después consumiendo como el alba.
Cada día tu cansancio olía a madera,
a la tranquila madera de esta pluma que
fue tuya,
y hoy es féretro disperso como el viento,
como el rostro del agua y la ceniza
que escriben, en un tiempo sin tiempo,
tu nombre en la piedra, en la amorosa piedra
que hoy y por siempre en silencio te abraza y te mira.
Del libro
Silencio y abandono de Genaro González Licea.
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