(Primera parte)
A la memoria del
Dr. Guillermo Floris Margadant
En una de las varias ocasiones que traté al Dr. Guillermo Floris Margadant, quien era Presidente de la Comisión Dictaminadora del Personal Académico “Grupo Quince” de la Facultad de Derecho, de la UNAM, me permití recordarle mi gratitud por unas palabras suyas que me revitalizaron y permitieron salir a flote de cierto pesimismo en que caí al observar la mezquindad que se da cuando la teoría y la práctica no van más allá del beneficio personal, del beneficio por el beneficio mismo.
Cuando lo posesivo se sobrepone a lo colectivo; cuando se rompe el justo medio entre teoría y práctica, desarrollo individual y social; la generosidad de dar y recibir; la humildad de ser uno mismo sin dejar de ser parte del otro.
Sus palabras decían que “en nuestra época, el ideal, algo pasivo, de honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere, ya no basta; de todos nosotros se requiere estudio serio y luego actividad para crear un mundo en el cual cada uno pueda desarrollar sus facultades, en los tres campos esenciales de la vida privada, las satisfacciones físicas, las intelectuales y las culturales, sin perjuicio para el desarrollo de los demás, un mundo en el cual tantos millares de pequeños obstáculos administrativos y ritos sociales tradicionales, algo anacrónicos, eco de épocas primitivas, dejen de obstaculizar la simple alegría de vivir hic et nunc; en el cual lo científico y la caridad se compenetren progresivamente; en el cual lo creativo se incremente cada vez más, con detrimento de los rasgos posesivos, la colaboración sustituya cada vez más la envidia, y los verbos de "hacer", "vivir" y "ser" triunfen cada vez más claramente sobre el "tener".”
¿Por qué retomo lo anterior? Porque en estos momentos parecería que en todos los sectores de poder se sobrepone el interés individual sobre el colectivo; el beneficio de recibir sin el complemento de dar; la búsqueda del ascenso por el ascenso mismo, del mandato por el mandato mismo; del ejercicio del poder falto de ética.
Por lo mismo, no es casual que impere la hipocresía, el cinismo, el doble juego. Ello me lastima no solamente como mexicano, sino también como ciudadano que se ve humillado en su dignidad humana. Soy profesor y como tal mi lucha la libro frente a mis alumnos, frente a cualquier persona que me permita compartir sus ideas, su visión de mundo; con cualquier ser humano que me permita intercambiar ideas. Estas líneas, incluso, véanse como parte de mi condición docente.
*González Licea, Genaro, Ensayo sobre la reestructuración del Estado Mexicano, Edición del autor, Derechos reservados, México, 2003.
A la memoria del
Dr. Guillermo Floris Margadant
En una de las varias ocasiones que traté al Dr. Guillermo Floris Margadant, quien era Presidente de la Comisión Dictaminadora del Personal Académico “Grupo Quince” de la Facultad de Derecho, de la UNAM, me permití recordarle mi gratitud por unas palabras suyas que me revitalizaron y permitieron salir a flote de cierto pesimismo en que caí al observar la mezquindad que se da cuando la teoría y la práctica no van más allá del beneficio personal, del beneficio por el beneficio mismo.
Cuando lo posesivo se sobrepone a lo colectivo; cuando se rompe el justo medio entre teoría y práctica, desarrollo individual y social; la generosidad de dar y recibir; la humildad de ser uno mismo sin dejar de ser parte del otro.
Sus palabras decían que “en nuestra época, el ideal, algo pasivo, de honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere, ya no basta; de todos nosotros se requiere estudio serio y luego actividad para crear un mundo en el cual cada uno pueda desarrollar sus facultades, en los tres campos esenciales de la vida privada, las satisfacciones físicas, las intelectuales y las culturales, sin perjuicio para el desarrollo de los demás, un mundo en el cual tantos millares de pequeños obstáculos administrativos y ritos sociales tradicionales, algo anacrónicos, eco de épocas primitivas, dejen de obstaculizar la simple alegría de vivir hic et nunc; en el cual lo científico y la caridad se compenetren progresivamente; en el cual lo creativo se incremente cada vez más, con detrimento de los rasgos posesivos, la colaboración sustituya cada vez más la envidia, y los verbos de "hacer", "vivir" y "ser" triunfen cada vez más claramente sobre el "tener".”
¿Por qué retomo lo anterior? Porque en estos momentos parecería que en todos los sectores de poder se sobrepone el interés individual sobre el colectivo; el beneficio de recibir sin el complemento de dar; la búsqueda del ascenso por el ascenso mismo, del mandato por el mandato mismo; del ejercicio del poder falto de ética.
Por lo mismo, no es casual que impere la hipocresía, el cinismo, el doble juego. Ello me lastima no solamente como mexicano, sino también como ciudadano que se ve humillado en su dignidad humana. Soy profesor y como tal mi lucha la libro frente a mis alumnos, frente a cualquier persona que me permita compartir sus ideas, su visión de mundo; con cualquier ser humano que me permita intercambiar ideas. Estas líneas, incluso, véanse como parte de mi condición docente.
*González Licea, Genaro, Ensayo sobre la reestructuración del Estado Mexicano, Edición del autor, Derechos reservados, México, 2003.
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