Fotografía de Ingrid L. González Díaz
Ese día llegué más allá del fondo de mí
mismo,
me vi sin mí por un instante,
me vi sin conocerme,
era yo y el otro y el otro que nunca he
sido,
y a la vez ninguno era el rostro de mi
rostro,
la cara de mi cara,
la de este que soy ahora
y muerde su quebranto en su abandono.
Del
libro
Tumbas en el olvido de Genaro González Licea
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